viernes, 30 de noviembre de 2007



Straja

A 1o kilómetros de Ucrania


Oana soñaba cruzar aquellas montañas y traspasar las fronteras políticas que la separban de aquel país que en su frontera natural probablemente no difiera demasiado del suyo natal pero todo lo prohibido atrae.


Marta soñaba con viajar a Grecia el mismo día que vuelve a Italia en un bus de unas 20 y tantas horas. No sería descabellado.


Sila soñaba con conocer toda la geografía rumana y de los países circundantes.



Sueños que se harán realidad...se van cumpliendo a pasos cortos pero intensos.
Dos días en Straja.
Viajeras de trenes de por vida que dan consejos saludables.
Zapada.
Maxi taxi.
Constantine: con su casa tan bien cuidada como el resto del pueblo, con sus pavos, sus gallinas y gallos, sus gatos y perro, su vaca. Su comida: huevos fritos, leche, queso, mamaliga, smantana...y todo casero!! y sus chupitos de vodka previos a la comida. Sus gafas. Sus gestos. Su dulzura y ternura.
Las vías de tren que hay q cruzar evitando caer al río a traves de sus espacios.
Los puentes colgantes.
La montaña.
La gente del pueblo caminando por carreteras invadidas de bicicletas, carros de caballos y coches que no reducen la velocidad aún con todos los condicionantes.
La iglesia.
El cementerio.
La abuela de Oana presente a cada momento. La adoraba. La adora. La admira.
El revisor del tren.
Iasi.


Eran solo dos días pero se agradece llegar a casa. Es como volver de la aldea. La falta de lo mínimo hace extrañar la comodidad del presente.


Las miles de fotos...sobre todo las de Marta...sus fotos desprevenidas...y esta no es de ella...pero nuestras caras son de felicidad



Y el lunes nos levantamos con una capa de nieve cubriendolo todo :D

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